CAMBIO CLIMÁTICO

El cambio climático es una grave amenaza para las aves

Introducción

Desde nuestro COA advertimos de las graves consecuencias que el cambio climático está produciendo sobre la avifauna y sus hábitats, lo que provocará previsiblemente la extinción a medio plazo de un importante número de especies.

Los países sudamericanos somos especialmente vulnerables al cambio climático, debido a múltiples factores, entre los que se destacan la falta de acciones estatales para controlar y mitigar sus causas y efectos. Cada año es más evidente que el efecto de la elevadas temperaturas, la subida del nivel del mar o el aumento de intensidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos como inundaciones, sequías y olas de calor están provocando la alteración de procesos naturales como la migración o la floración.

Todo ello está alterando y generando desplazamiento de numerosas especies de aves del sur hacia el norte y de las zonas bajas a otras más altas. Uno de los síntomas más destacados es la presencia de especies del norte que comenzaron a ser observadas con más continuidad y cantidad en estas latitudes. Chiguanco, Hornero, Benteveo en Collón Cura; picaflor gigante en Lago Hermoso, Tenca en San Martín de los Andes, exóticas como el Estornino en Plaza Huincul, son algunas de las especies que alteraron sus áreas de distribución para desplazarse más al sur. Si a estas amenazas le sumamos los efectos de la dispersión de fauna exótica como el visón americano, todo apunta a una gradual merma en pocos años de especies de aves nativas.

Las aves migratorias son un grupo especialmente afectado por el cambio climático, ya que se están reduciendo las migraciones. Por otro lado, muchas aves están adelantando sus migraciones como respuesta al aumento de las temperaturas. Eso provoca que realicen la reproducción cuando la disponibilidad de alimento es escasa, lo que pone en riesgo el éxito de la época de cría. Otras consecuencias del cambio climático que suponen un peligro para las aves son las sequías profundas, las inundaciones intensas o el incremento de los incendios forestales.
Todos los estudios realizados al respecto apuntan a la próxima extinción de un gran número de especies de vertebrados por todo el mundo a causa del cambio climático, una parte importante de las cuales son aves. Incluso especies de aves muy comunes hasta ahora, como el gorrión común, están viendo mermadas sus poblaciones por esta suma de fenómenos agravados por el cambio climático.

Por estas razones, se considera esencial reducir de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero, para lo que es imprescindible lograr un cambio del modelo socioeconómico. Resulta imposible mitigar el cambio climático y adaptarnos a él manteniendo el mismo modelo de producción y consumo, considerando a la biodiversidad un mero recurso, superando los límites del planeta y agravando la vulnerabilidad y el riesgo de degradación de los ecosistemas.

Como ha avisado la comunidad científica, sobrepasar los 2ºC de calentamiento global desatará fenómenos que harán que el calentamiento se produzca más rápido y con mayor intensidad, por lo que el impacto sobre la biodiversidad, y en concreto sobre las aves, será mayor. Por ello, y dado que próximamente se celebrará la cumbre del clima de París (COP21), nuestro COA recuerda a todos los responsables políticos que en París los gobiernos deberán elegir entre revertir esta tendencia hacia la extinción o continuar el trayecto hacia el colapso ambiental utilizando los mismos mecanismos de mercado que nos han llevado a esta situación.

Agentes de cambio, ¿para bien o para mal?

Elba Huanque

Antropoceno, la posible actual sexta extinción. Esta definición puede sonar catastrófica, sin embargo es una oportunidad para reflexionar.
Se considera que este periodo hace referencia a la emergencia planetaria a la cual los seres humanos deberán hacer frente. Pero, ¿cómo se ha llegado a este punto?
“Los seres humanos estamos alterando la Tierra de forma sustancial y creciente. Entre un tercio y la mitad de la superficie terrestre ha sido transformada por la acción humana; la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado cerca de un 30% desde el comienzo de la Revolución Industrial; la humanidad ha fijado más nitrógeno atmosférico que el conjunto de todas las fuentes naturales terrestres; más de la mitad de toda el agua dulce accesible está siendo utilizada por la humanidad (…). Nada ilustra más claramente hasta qué punto los seres humanos dominamos la Tierra que el hecho de que mantener la diversidad de las especies “silvestres” y el funcionamiento de los ecosistemas “naturales” exigirá una creciente implicación de la humanidad”. (Vituosek et al., 1997)

En 2019 la ONU informó que la concentración de dióxido de carbono aumentó un 147% y a ello se le suma un 259% de metano y 123% de óxido nitroso. Si en 1997 se advertía acerca del estado del planeta, hoy su estado es alarmante. Hay varios productos químicos que conspiran contra la estabilidad de la capa de ozono. “El más importante es la familia de los CFC (clorofluorocarbono) que se utilizan en refrigeración, solventes y envases desechables. Además está el bromuro de metilo (usado en fumigantes) y el tetracloruro de carbono (en pesticidas y limpieza a seco). Las moléculas de CFC son insolubles en agua y no son reactivas. Así que siguen un lento viaje (10-20 años) hasta la troposfera donde interactúan con la luz UV, liberando cloro. Este cloro degrada el ozono a una velocidad más rápida que en condiciones naturales”.

Particularmente en la Patagonia, la reducción de la capa de ozono ha provocado que los vientos se desplacen hacia el Sur, un aumento en la radiación incrementó y cambió el círculo de vientos antárticos. Y como piezas de dominó esto ha reducido las lluvias, lo que podemos notar en el estrés hídrico que sufren los bosques. Sumado a esto, existe una mayor probabilidad de incendios forestales, dificultad en la regeneración de la vegetación, una menor capacidad de recuperación frente al pastoreo intensivo y las posibles erupciones volcánicas. (Ares, 2016)

A la capa de ozono se suma la deforestación la cual a pesar de existir reglamentación como la Ley de bosques, los intereses económicos de cada región están por sobre la conservación. La deforestación no sólo afecta la cantidad de oxigeno que se produce, sino también la cantidad de lluvias y otros fenómenos climáticos (Ares, 2016). Los bosques en muchos lugares cumplen una función de esponja que proveen agua dulce, son sostén de laderas y hogar de diversas especies que permiten el funcionamiento de un ecosistema.

Por otra parte los océanos que se enfrentan a la pesca intensiva, la polución producida por los trasportes que además trasladan especies invasoras entre continentes, los plásticos que han formado “islas”, el desarrollo urbano que reduce ambientes costeros, la explotación de petróleo submarino que pronto sumará la minería, expulsión de metales pesados, aumento de CO2, ruidos que afectan mamíferos marinos que se orientan por sonidos y el calentamiento global que no sólo derrite el Ártico sino que también modifica la salinidad (Ares, 2016).

Las aves son una de las especies estudiadas como bioindicadores de las áreas naturales (como se cita en Díaz, 2010). Ha habido un aumento en la pérdida de recursos biológicos y los efectos son aún mayores en los ecosistemas que ya se encuentran alterados por efecto de actividades humanas (Uribe Botero, 2015).

Los mayores cambios registrados que afectan a las aves se relacionan con su distribución. Los territorios se pueden extender en busca de las isotermas, como también por causa del aumento de la temperatura, el nivel del mar y la variación de precipitaciones, lo cual modifica las migraciones.

Estudios científicos evidencian cambios en la fenología de las aves, en especial aquellas que deben migrar y que encuentran cambios en los lugares a los cuales arriban. La modificación del tamaño de la nidada, el tamaño de los huevos e inclusive el éxito reproductivo se han visto afectado en los últimos años. De aquí se deriva las modificaciones en las comunidades, respecto a la riqueza y composición de las especies. (Díaz, 2010)

Según Birds Life International, de las 10.000 especies de aves a nivel global, con 1.313 se encuentran amenazadas con distinto grado de riesgo. En nuestro país Aves Argentinas registra 113 especies amenazadas de casi 1.000 existentes. (Ares, 2016)

Los ecosistemas responden al calentamiento global, al igual que las especies. Ya vimos que las migraciones se ven afectadas y se denota un corrimiento hacia zonas que antes no eran visitadas por las aves (Ares, 2016)

En Patagonia hemos observado el avance de aves como el hornero, chiguanco benteveo, calandria, naranjero, picaflor gigante, entre otras, que se distribuyen en áreas cálidas. También se observó la llegada del fío fío y la disminución en su población al no tener alimento, dado que las bajas temperaturas no permitieron el desarrollo de insectos. Todo esto es simple observación y es algo que alarma, porque los cambios son visibles.

El conjunto de datos que son recolectados por millones de observadores de aves alrededor del mundo, permite aproximarse a los efectos del cambio climático sobre las poblaciones (Uribe Botero, 2015).

Entonces, la tarea del ser humano no es sólo alarmarse sino ser agentes de cambio para concientizar sobre la responsabilidad que le toca. Muchos consideran que la solución es disminuir la utilización de plásticos o combustibles, sin embargo hay algo más importante, conocer la naturaleza. Esto comienza desde niños, si se logra que generen un vínculo con lo que los rodea, tendrán un sentimiento de respeto ante la naturaleza, crearán una empatía con ese lugar que también los ve crecer (Sobel, 1993). Conocer las áreas protegidas, salir a conocer la flora que hay en la ciudad donde viven, hacer avistaje de aves, observar las estrellas, son algunas de las tantas actividades que se pueden realizar en familia.

También se puede incluir herramientas tecnológicas a las cuales los niños y jóvenes son afín. Existen diversos programas de ciencia ciudadana como por ejemplo GLOBE, el cual permite que cualquier persona tome datos con su celular de agua, nubes o árboles. Otro ejemplo es eBird que permite subir los avistajes de aves, con imágenes e información del avistaje, ambos programas procesan la información que luego se utilizará con fines científicos.

Existe el conocimiento, están las herramientas, es momento de ser agentes de cambio… para bien.

Bibliografía


  • Ares, Roberto - “Un planeta: el desafío de vivir con lo que produce un único planeta” – Vázquez Mazzini Editores, República Argentina – 2016
  • Díaz, Martín Andrés - “Escenarios de cambio climático y aves en Argentina: Problemática para su conservación.” - Programa Gestión Ambiental Antártica – FAA / Comité Ejecutivo Convenio MINDEF-APN / Proyecto PICT20062007 ANCYT/UNQ - 2010
  • Uribe Botero, Eduardo - “El cambio climático y sus efectos en la biodiversidad en América Latina.” - Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Naciones Unidas. 2015
  • Sobel, David – “Más allá de la ecofobia – poniendo el corazón en la educación ambiental” – Zephyr Press - 1993.

  • Webs

  • https://news.un.org/es/story/2019/11/1465851#:~:text=Las%20concentraciones%20de%20los%20principales,(N2O)%20un%20123%25
  • https://www.globe.gov/es
  • https://ebird.org/argentina/home